2 de agosto 2016 – Aparición en prensa
Foto: Daniela Huepe
Agustín Ibáñez, doctor en Psicología especializado en electrofisiología en el Max Plank Institute for Brain Research de Alemania e investigador del Centro de Neurociencia Social y Cognitiva de la UAI, conversó con el diario La Segunda sobre un test de asociación implícita donde sometió a 36 participantes, mitad chilenos no indígenas y mitad identificados con la etnia mapuche, publicado en 2010 en «Frontiers in HumanNeuroscience».
– ¿Que puede reflejar un rostro?
Cuando se ve un rostro, no solo se ve una cara o si es hombre o mujer, inmediatamente se le hacen atribuciones de competencia, o de atractivo. Esto quiere decir que cuando se ve un rostro se le otorgan a priori características sociales a la persona, que no siempre corresponden a la realidad. En política, por ejemplo, se ha investigado cómo los rostros de los políticos anticipan las votaciones de la gente. Esto es un fenómeno universal, aunque se ve menos en las culturas del Este.
Las estructuras orbito frontales tienen que ver con esa función. En cambio, la amígdala da la señal de alarma ante cosas que le son menos familiares.
– ¿En este estudio algo de eso se reflejó?
Sí. El componente N170, que procesa las características de los rostros, discriminaba en menos de 135 milisegundos si el rostro era de la propia etnia o no. Había una respuesta mucho más saliente cuando el rostro no pertenecía al grupo y cuando la valoración era incongruente.
– ¿Puede explicarlo un poco más?
Básicamente, cuando un rostro indígena estaba asociado a palabras positivas y esto era visto por un no indígena, el cerebro respondía como si estuviera ante una anomalía (componente N170, es N porque es una negatividad de voltaje y 170 porque antes de los 170 milisegundos ya aparece este proceso).
– ¿Qué sucede cuando las respuestas provenían de personas mapuches respecto a su grupo de pertenencia?
Tanto los mapuches presentaban un sesgo a favor de su grupo y lo mismo sucedía con los no indígenas. Esto no pasa así en todos lados, por ejemplo, en Estados Unidos algunos estudios —no todos han mostrado que los negros tienden a favorecer a la mayoría blanca. Lo que sucede en Chile es que los mapuches al ser una minoría con una fuerte identidad grupal se identifican en oposición a los chilenos.
– Si el prejuicio es automático ¿qué deberían tomar en cuenta las políticas públicas de inclusión?
Tendemos a pensar que el prejuicio es algo relativamente explícito y racional y la verdad es que muchas cosas son inconscientes. Estos sesgos automáticos impactan en las conductas y opiniones pero no de manera explícita. Si se hace un cuestionario explícito de prejuicios, se concluye que en general este tipo de instrumento no suele predecir el funcionamiento del sujeto. Roberto González, académico de la UC, tiene estudios al respecto. Esto se debe, en primer lugar, a que media un factor de deseabilidad social.
– Es decir, se contesta lo políticamente correcto.
Exacto. En Alemania o EEUU decir que tienes prejuicios sobre una raza, es algo muy mal visto. Entonces, hay que entender que se está ante procesos que son automáticos e irracionales. Si se los quiere cambiar a través de políticas públicas, hay que atacar esos niveles y no sólo condenar explícitamente los sesgos socioculturales.
– ¿Cuál es la forma de atacarla?
Yo soy un investigador y no trabajo en políticas públicas. Sin embargo, hay varias cosas que se pueden hacer, por ejemplo, una campaña explícita sobre conductas y formas de actuar inadecuadas que van contra la dignidad o los derechos humanos, aunque esto por sí solo no va a alcanzar. También hay que trabajar desde las generaciones nuevas porque si se trata de un aprendizaje cultural se debe arrancar desde la infancia y la adolescencia. Hay que apuntar a las generaciones con capacidad de cambio de los ethos culturales.
Tres experimentos
– ¿En qué consistió el experimento?
La tarea 1 consistía en clasificar caras de chilenos no indígenas o de mapuches, colocándolas a la derecha o a la izquierda de la pantalla del computador. En la tarea 2 se le pedía a la persona que clasificara palabras positivas o negativas, por ejemplo, amor versus guerra. Y así se llegaba a la tarea 3 -que es la importante – donde había palabras y rostros. Entonces a nivel conductual lo que sucedió es que si la persona que respondía era chilena no mapuche, cuando ponía a un mismo lado palabras negativas con caras de mapuches tendía a hacerlo de manera más rápida que si debía clasificar al mismo lado caras de mapuches y palabras positivas.
¿Eso implica que tengo que racionalizar que si la persona es mapuche también tiene aspectos positivos?
Esa es una interpretación, pero es más difícil de sostener. Lo que se puede sostener es que tenemos asociaciones automáticas dadas por la cultura. Tengo incorporado asociar con palabras positivas a mi grupo de pertenencia aunque la persona no lo piense ni lo razone así. Es totalmente automático.