28 de octubre 2020
La crisis actual llama a catalizar una reconfiguración de la resiliencia económica, vinculada a la economía global digitalizada, compleja e interconectada pero frágil. Las políticas y medidas económicas actuales no consideran (ni en la productividad ni las demandas de la fuerza laboral) las habilidades del cerebro. La preservación y el desarrollo del capital cerebral impacta en las dimensión educativa, social, sanitaria, institucional y económica, a nivel individual y colectivo.