17 de noviembre 2020
Resumen:
La salud cerebral depende de una gran cantidad de factores a niveles micro (ejemplo: genes que impactan la integridad cerebral), meso (ejemplo: asilamiento social y mala cobertura medica), y macro (ejemplo: cambio climático y desigualdad económica), que van más allá del foco de las ciencias del cerebro. La población de personas con enfermedades que afectan la salud cerebral (demencia, depresión, autismo y otros trastornos) está aumentando rápidamente en todo el mundo. En las próximas décadas, la expansión del envejecimiento de la población se producirá con mayor rapidez en los países de ingresos bajos y medianos. La salud del cerebro depende de determinantes que tienen su origen en desigualdades socioeconómicas como el bajo nivel educativo, la inseguridad social, la mala alimentación y baja calidad de vida, el tabaquismo, la falta de acceso a la atención médica y el tratamiento inadecuado de otras enfermedades médicas como la hipertensión. Dada la amplitud de los factores que afectan la salud cerebral, la actividad diplomática a gran escala es indispensable para mejorar las condiciones basales. La diplomacia de la salud cerebral se focaliza en el mecanismos globales de cooperación para potenciar la salud humana y combina múltiples disciplinas y saberes (salud, neurociencias, asuntos internacionales, gestión, derecho, economía e innovación). Este enfoque promueve reformas a gran escala y busca un impacto cultural y económico global.