Entidad que financia: FONDECYT Regular 2017-2019
Investigador responsable: David Huepe, CSCN, Escuela de Psicología, Universidad Adolfo Ibáñez.
Co-investigadores: Gorka Navarrete, Josefina Escobar, Agustín Ibañez y David Martínez, CSCN, Escuela de Psicología, Universidad Adolfo Ibáñez.
Resumen: La metacognición ha sido definida como la capacidad de pensar, monitorear y controlar los propios procesos cognitivos. Desde un punto de vista más global, metacognición generalmente involucra procesos de conciencia o control volitivo sobre pensamientos, memorias, acciones, introspección y aprendizaje. Por otro lado, desde una perspectiva comportamental, déficit en habilidades metacognitivas han sido asociados a bajo funcionamiento social, baja calidad de vida, psicopatología y sintomatología psiquiátrica. Estos elementos dan cuenta de habilidades necesarias para la adaptación social, las que han sido estudiadas en contextos clínicos o población normal. Sin embargo, hasta donde sabemos, no existen estudios que vinculen directamente estas capacidades metacognitivas en contextos vulnerables, como la que propone la presente investigación. El presente proyecto hipotetiza que ambientes con altos niveles de estrés social modulan habilidades metacognitivas a través de mecanismos inhibitorios y/o compensatorios. Dado lo anterior, el presente estudio contrastará por primera vez en contextos sociales vulnerables que: a) la regulación de la metacognición es una variable crítica para la adaptación social; b) que la metacognición podría ser modulada por procesos ambientales, c) que no siempre la inhibición de procesos metacognitivos debería asociarse totalmente a la desadaptación, sino que también a una forma funcional (¿benigna?) de percepción de adaptación social y, d) que la desregulación metacognitiva posee marcadores cerebrales específicos. Estos aspectos, hasta donde sabemos, aún no han sido profundamente investigados. Los resultados que se desprendan de esta investigación tendrán importantes implicancias científicas y sociales a la hora de comprender cómo mecanismos cognitivos de alto funcionamiento, en este caso, capacidades metacognitivas, juegan un papel esencial en la adaptación social, especialmente en contextos altamente vulnerables con presencia de estrés social crónico.